La demencia senil es una enfermedad que ocasiona la pérdida de funciones mentales a un nivel crítico, llegando a afectar las actividades más básicas de la vida de una persona adulta…
¿Qué es la demencia senil?
La OMS define a la demencia senil como un síndrome de naturaleza crónica o progresiva que deteriora la función cognitiva más allá del envejecimiento normal.
En otras palabras, se trata de una enfermedad que afecta directamente a la memoria, a la capacidad de procesar el pensamiento, a la comprensión…
Afecta al lenguaje, a la orientación, a cálculos matemáticos simples, capacidad del aprendizaje, y en ocasiones extremas la pérdida de juicio.
Ahora bien, demencia senil es un término incorrecto que implica algunos riesgos, ya que limita las opciones de tratamiento de una persona y la coloca en situación complicada.
¿Por qué sucede esto?, demencia senil hace alusión a la demencia, una condición cognitiva degenerativa que se desarrolla en millones de personas, las que pueden comenzar con problemas de memoria comunes y terminar en completa asistencia de su vida diaria.
El adjetivo agregado a esta patología, senil, era ocupado antiguamente debido a que se creía que las personas adultas mayores eran las que desarrollaban esta enfermedad después de los 65 años de edad.
Pero la verdad es que existen cientos de casos en que las personas presentan demencia y son menores a los 40 años, y por supuesto, adultos mayores que a sus 65 años no tienen problemas de memoria.
Actualmente, existen más de 50 millones de personas que padecen de demencia (cerca de 10 millones de nuevos casos al año), y se espera que para 2050 incremente a 130 millones.

¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas que aparecen en la demencia senil tienen relación directa con las funciones del cerebro, entre los más comunes encontramos:
- Pérdida de memoria/ pérdida de habilidades sociales.
- Cambio de personalidad/ confusión y desorientación.
- Comportamientos erráticos e inadecuados.
- Dificultad para comunicarse, razonar y planificar.
- Paranoia, agitación y alucinaciones.
En casos más extremos, la demencia puede desencadenar o agravar otras afecciones como el trastorno del sueño, depresión, alto grado de dependencia…
Además de fallos en la coordinación motriz (problemas de movilidad), incontinencia urinaria y fecal, infecciones continuas o recurrentes por debilitamiento de las defensas, etc.
¿Qué tipos de fases tiene la demencia senil?
La demencia senil puede manifestarse de forma progresiva en las personas que la sufren. Se pueden distinguir 3 fases de evolución de la enfermedad:
- Fase inicial: En esta etapa se genera un deterioro cognitivo leve, en él, falla la memoria a corto plazo, complicando el aprendizaje, cambios de humor, desorientación y pérdida de objetos cotidianos.
- Fase intermedia: Es una etapa de deterioro cognitivo moderado, en él, falla la memoria a largo plazo, problemas con el lenguaje, comienzan las dificultades para realizar actividades básicas, cambios de conducta, problemas de orientación y descontrol de esfínteres.
- Fase avanzada: El deterioro cognitivo es grave e irreversible, las personas que están en esta fase sufren una completa dependencia para realizar su vida, pierden la memoria, no recuerdan a sus familiares, tienen dificultades para comunicarse y moverse.
¿Cuáles son las causas de la demencia senil?
Aunque no es la única causa, el envejecimiento supone uno de los riesgos más significativos para desarrollar demencia.
Esta enfermedad es causada principalmente por el daño o pérdida de células nerviosas y sus conectores con el cerebro.
La mayoría de los tipos de demencia son degenerativos e irreversibles, y en cuanto a sus causas, pueden ser a raíz de otras enfermedades o lesiones que afectan al cerebro como:
- Enfermedad de Alzheimer, cuerpos de Lewy, demencia frontotemporal.
- Daño o lesión cerebral que disminuye el flujo sanguíneo.
En otras ocasiones, algunas causas secundarias que aceleran el proceso degenerativo cognitivo pueden ser prevenidas o revertidas si el tiempo lo favorece, donde se incluyen:
- Tumores cerebrales, lesión cerebral, infecciones del cerebro.
- Abuso de alcohol, consumo de drogas.
- Falta de vitamina B12.
- Tener presión arterial alta, diabetes sin controlar, cambio en los niveles de azúcar, calcio y sodio en la sangre.
- Familiares cercanos que hayan sufrido de demencia.
¿Cómo se diagnostica?
Para diagnosticar demencia senil, un médico debe reconocer el patrón de pérdida de habilidades y funciones, determinando lo que la persona puede y no puede hacer.
Cabe destacar que ninguna prueba puede detectar la demencia por sí sola, por lo que es muy probable que un médico realice diversas pruebas que ayuden a identificar el problema.
Las formas más comunes de diagnosticar demencia son:
- Pruebas cognitivas y neuropsicológicas: Se miden las habilidades del pensamiento como la memoria, orientación, razonamiento, juicio, habilidades del lenguaje y comprensión.
- Evaluación neurológica: Se mide la memoria, el habla, percepción visual, atención, resolución de problemas, equilibrio, reflejos, movimientos, entre otros.
- Exploraciones del cerebro: Se realiza para ver si existe una lesión o daño cerebrovascular, sangrado, tumor o hidrocefalia.
- Análisis de laboratorio: Los análisis de sangre son útiles para detectar problemas físicos que puedan afectar a las funciones cerebrales.
- Evaluación psiquiátrica: Un profesional mental puede determinar si la depresión u otra afección de salud mental contribuye a la demencia.

¿Qué tratamientos existen?
Hay que mencionar que los tratamientos actuales no conducen hacia una cura definitiva, pero hay formas de controlar los síntomas para prolongar el bienestar de las personas:
- Medicamentos: inhibidores de la colinesterasa (mejora la memoria y razonamiento), memantina (mejora el aprendizaje y la memoria), medicamentos para combatir otras enfermedades como Párkinson o Alzheimer, entre otros.
- Terapia ocupacional: Su objetivo es prevenir accidentes como caídas, controlar el comportamiento, y preparar de forma más segura el proceso de demencia de las personas.
- Modificaciones rutinarias: Reducir el desorden, reducir los ruidos que lleven a la desconcentración, reducir las tareas en pasos más simples, entre otros.
Además de seguir alguno de los tratamientos anteriores, se pueden realizar otras tareas saludables para frenar el deterioro cognitivo como el ejercicio físico periódicamente…
Además de ejercitar la mente, mantener relaciones sociales, seguir horarios, rutinas y mantener una buena higiene de sueño, entre otros.